Mi tiempo es de piedra y de musgo,
alud vital en las tardes
de mi holganza entre paredes húmedas
ilusionadas ante la luz del día
y en la reflexión de una farola.
Mi tiempo es una hogaza de pan cálido,
horneado con paciencia
en la algarada silenciosa de la noche,
es memoria de consonantes
amasada por un animal de costumbres.